lunes, 15 de febrero de 2010

El sexto sentido

El local estaba maldito, todos éramos conscientes de ello pero la necesidad hizo que vendiéramos nuestras almas al diablo. Por un bocadillo de kebab y robando las bebidas, almas tristes en pena, condenamos nuestra existencia de por vida (bueno, casi, digamos que... unas 12 horas).

Si, ocultamos las 6 botellas del innecesario liquido capitalista para que el cajero no nos las cobrase. Yo veía en sus ojos una mirada penetrante, miraba directamente hacia mí, a través del mar de cabezas que nos separaban, fijamente, sin pestañear... Él lo sabia pero una sonrisa maléfica delataba la naturaleza de su ser... el sabía que yo lo sabía, los dos sabíamos qué estábamos haciendo, y aun así los 6 salimos del restaurante sin pagar las bebidas, sin ruborizarnos... fue el comienzo de la entrada en el infierno. Sí, yo lo hice.

No hacia frio, pero lo sentíamos. Fuimos hacia el edificio manga entre gente que tenía pinta de adorar al diablo. Chicas con cola de zorro, mujeres de 3 metros vestidas con coloridas túnicas purpúreas y carmesí... Nos intentamos refugiar en un antiguo hotel que estaba de camino... teníamos miedo. Pero la suerte no estaba con nosotros.



Aquella exposición tenía un estilo diferente. Incluso intuíamos que el autor se encontraba también allí, posando para las cámaras, su presencia era notable. Un cartel rezaba "Esta exposición puede herir su sensibilidad, se muestran escenas pornográficas explicitas". No podíamos escapar, ¡la lujuria nos comenzó a invadir! Pero no, no veíamos nada de lo que el cartel advertía. ¿Nos estaríamos insensibilizando? ¿Seríamos ya fieles sirvientes del demonio?

Un detalle llamó mi atención, una cortina disimulaba el acceso a un reservado tras el cartel... ¡tengo que entrar! De pequeño nunca pude evitar pulsar los botones con advertencias tan ambiguas como "no pulsar". Tímidamente di un paso dentro, y ¡el ambiente me absorbió completamente! ¡Si, se refería a aquello! Comic autobiográfico, con experiencias muy explicitas de la vida del autor... Incluso un gran cuadro de un metro cuadrado donde se podía apreciar un francés (y no me refiero a la nacionalidad), ¡¡¡¡sexo por todas partes!!!! Y qué curioso, no nos escandalizamos, nos estaba gustando...

Salimos del edificio y pensamos en entrar en la iglesia más cercana, pero lo declinamos para otra ocasión, no era malo, no era porno, era... ¡ARTE! ¡Era Porneaud! Así que continuamos en peregrinaje al edificio del manga. El ambiente se oscurecía por momentos...

El edificio manga fue terrorífico. Un japonés con cara de kamikaze, repetía una y otra vez las mismas muletillas.
1 "Gracias por venir pero no creo que lo que diga hoy sea tan importante como para que tanta gente venga a verme" -Tenía razón.
2 "Soy un dibujante profesional, pero lo que estoy haciendo ahora -muñeco cabezón de palos y una casa cuadrada digna de un niño de 6, perdón, quiero decir 4 años- no lo parece verdad?" -También tenía razón.
3 "Os voy a explicar que son las líneas cinéticas" –¡Dios, perdóname!
No aguantamos más. Nos fuimos de la sala bajo la mirada penetrante de los espectros que ya no podían escapar del gancho del maléfico ser.





Y entonces nos dimos cuenta... ¡Mari2 ha desaparecido! ¡Mari2 no está! ¡Mari2 se fue! ¡¡¡¡Estoy empieza a decaer!!!! ¡Vamos todos a la iglesia a pedir consejo a Robert Crumb! Y allí fuimos, pero no encontramos el génesis, sino el mesías en manga. Si, una digna versión del nuevo testamento, nada que ver con la aberración leída en la tertulia en anteriores ocasiones. ¡Aquello nos iba a iluminar!

Allí parecía que estábamos en paz... plantas en macetas, dibujos de ovejitas y conejos... ¡Y se me heló la sangre! De repente nos encontramos Mari3 y yo solos, los dos aterrorizados sin saber hacia dónde acudir. ¿Donde está todo el mundo? Al fondo, una exposición carcelaria advertía de los peligros de las prisiones para la familia. ¿Sería una amenaza? ¡Salimos corriendo en busca de ayuda! Sabíamos que tal vez en la carpa de editores más importante, la grande por llamarla de alguna forma, encontraríamos cobijo. Y allí en esa especie de purgatorio empezó un gotear de almas, entre ríos de personas que buscaban la absolución mediante la firma de su profeta (Frederic Peters también se encontraba allí). Yo compré una reliquia en forma de taza con gato para pedir perdón por alejarme del camino. Nunca más volvería a salir de un restaurante sin pagar la bebida, ¡por lo menos hasta el día siguiente!



Salimos del purgatorio pensando que de allí iríamos al cielo, y todo apuntaba en esa dirección ya que no solo nos encontramos los seis visitantes alojados en burdeos, sino que además, encontramos a dos almas mas, estudiantes de bellas artes de Bilbao que pasaban por allí. Estábamos tan contentos que decidimos inmortalizar el momento delante del cartel de la mascota.

Cerramos el trafico, pusimos la cámara en posición y todos, subidos a un banco que hacía de palco improvisado, posamos con nuestras recientemente recuperada buena sonrisa. La sesión duró varias fotos, ¡hasta que la soberbia nos poseyó! ¡Si, no podíamos parar! Una más, otra otra, venga, ¡¡¡Somos los mejores!!! Y de repente el mundo se paró.

Todos posábamos allí, todos estábamos quietos, todos sentimos frio otra vez... ¡Aquello no era el cielo! 6 visitantes de burdeos + dos visitantes de Bilbao = ¿¿ 9?? Aquí pasa algo. Congelados en la misma posición, todos sentimos la presencia extraña... nadie se atrevía a mirar, nadie se quería girar, nadie pestañeaba. La gente señalaba y miraba asombrada. Por fin, un grito desgarrador rompió la fría tensión y todos salimos despavoridos. ¡Los ocho queríamos alejarnos de allí! ¡¡¡¡Esa novena presencia pretendía poseernos!!!! Desaparecimos tan pronto como pudimos... Pero las pruebas gráficas muestran la borrosa presencia que nos acompañó en aquel momento.

Ya solo quedaba visitar a los fanzineros y tal vez alguna exposición. Recuperado el aliento y sabiendo que todo era cuestión de tiempo, de que no existía salvación, de que estábamos perdidos, entramos en la carpa de editores independientes... y yo estaba solo.

Una bruma me envolvía, una marea humana de extraños, ninguna cara amiga, nadie a mí alrededor... evitando el contacto con aquellos espectros levité como pude hasta la sección de fanzines. Dios mío, ¿por qué estudié ingles en vez de francés? las monjas de mi pueblo con buen criterio solo explicaban gramática francesa. Pero había un refugio, una serie de barbaros fanzineros, provistos de cachis de cerveza, espíritu inquebrantable cual auténticos galos de viñeta, hacían piña y se defendían de los espectros gabachos. Todos muy atentos se acercaban y te trataban como a una persona. Estaba a salvo. Un espejismo, el ente de Mari2 se me acercó: "¡hola! ¿Donde están los demás?" Sabía que no era ella, sabía que era una ilusión, la despisté y seguí mi peregrinaje a la barra del bar. Allí todo era como el paraíso de las sirenas, el tiempo se comprimía y dilataba sin sentido. Tan pronto pasaba media hora de golpe como un minuto solamente... Discutí sobre temática social con unos londinenses muy cercanos, compré material subversivo, unas italianas me citaron en Milán para mayo, yo por mi parte las invité a granada en Agosto.

Y caí en la cuenta... ¡aquello era una trampa! El tiempo te absorbía y cuanto más te quedabas, ¡mas difícil era salir! cuanto más veías, ¡¡¡¡¡¡más tiempo necesitabas para ver el resto!!!!!! Mientras que los fanzineros seguían dedicándome los fanzines con mucho detalle y dibujos a tinta y subrayador azul, me di cuenta de su atrayente magnetismo. "Tengo que salir de aquí, esto es peligroso, terminaré siendo unos de ellos". Agarré mis compras, le di una patada a la puerta de emergencia y respiré el aire frio. Aire frio pero por fin sano, aire gélido que despertaba mi mente. Aire que resucitaba mi espíritu.

Llegué al punto de encuentro. Era hora de pensar en lo que habíamos hecho y ver cómo arreglarlo. Las señales habían sido claras.
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De vuelta a burdeos, cenamos en un japonés. Los dioses me castigaron con una escasa elección, parecía que querían que ayunase. Por suerte los acontecimientos del día me habían revuelto las tripas y no me convenía abusar. Mari1 pagó las consecuencias de mis pecados y el resto de comensales se apiadaron de nosotros ofreciéndonos manjares del lejano oriente.

Una vez terminada la cena nos fuimos a reflexionar a nuestro punto de encuentro con la resistencia. El bar anarco-comunista nos conocía y nos atendía bien. Tal vez con demasiada confianza. El camarero, parecía estar al corriente de nuestro pecado en Angouleme y para que no se nos ocurriese marcharnos sin pagar se acercó a Is1 para hacer una broma respecto a la puerta que tenía que cerrar constantemente. Sabía que nuestra posición estratégica cerca de la salida se podría deber a una huida espontanea no planeada y bajo amenazas escondidas en los chistes, decidimos sentarnos en una pequeña mesa. Por cierto, Is1 tiene una oferta de trabajo en ese bar como portero a tiempo parcial.

Allí sentados reflexionamos y decidimos arreglar el mundo. Cogiendo como ejemplo los grandes inventos de nuestros tiempos (gran canal el tele-tienda, la manta con magas y el dispensador eléctrico de pasta de dientes, dos nuevas necesidades que tenemos), intentamos discernir como podríamos aportar nuestro granito de arena para conseguir un mundo mejor, pero enseguida nos dimos cuenta de que seguíamos malditos, ¡no lo hacíamos altruistamente sino que planeábamos amasar avariciosas montañas de vil metal con nuestras ideas! Somos malvados.

Nos callamos, bajamos la mirada y todo terminó, no había nada que hacer. Seguíamos malditos.

"Tarde del 30 - Enero - 2010"

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